Para explorar las causas e implicaciones de la ola de protestas que estalló en Cuba el 11 de julio, presentamos dos entrevistas con anarquistas cubanxs y el comunicado de una iniciativa anarquista en Cuba.
Introducción: Es Más Grande que Cuba
Hemos escuchado una amplia variedad de argumentos que explican las protestas de la semana pasada en Cuba. Lxs derechistas defensores del capitalismo culpan al gobierno cubano, alegando que las protestas nacen de los fracasos del socialismo de partido único. Lxs autoproclamadxs anti-imperialistas culpan al gobierno de Estados Unidos, afirmando que estas protestas revelan una intervención encubierta de Estados Unidos. Otrxs culpan al embargo de Estados Unidos, sugiriendo que este es el principal culpable de crear las condiciones económicas que han originado las protestas. Cada uno de estos argumentos contiene una pizca de verdad, pero ninguno por sí mismo consigue explicar todo lo ocurrido.
¿Cómo ve el pueblo de Cuba las protestas? Si no deseamos simplemente proyectar nuestras propias hipótesis sobre lo ocurrido, lo primero que debemos hacer es preguntar a lxs cubanxs cómo entienden ellxs lo que está sucediendo. Por supuesto, seguramente habrá innumerables y diferentes perspectivas entre lxs participantes en un movimiento de protesta popular—pero podemos comenzar consultando a aquellxs cuya ideología política es similar a la nuestra.
Uno de los grupos anarquistas cubanos más conocidos es el Taller Libertario Alfredo López, una iniciativa anarquista, antiautoritaria y anticapitalista que surgió en 2012. Forma parte de la Federación Anarquista de Centroamérica y el Caribe y es uno de lxs integrantes del ABRA Centro Social y Biblioteca Libertaria.
A principios de enero de 2021, mucho antes del inicio del reciente movimiento de protestas, el Taller Libertario Alfredo López publicó un comunicado en el que detallaba su posición política. Comenzaron expresando su oposición al embargo impuesto por Estados Unidos:
1.) Repudiamos todo bloqueo al pueblo cubano, impuesto ya sea desde el exterior o desde dentro por los Estados, Unidos o no. Apoyamos radicalmente el pleno despliegue de las capacidades creativas de nuestro pueblo, su auto-organización, auto-sustento y auto-liberación, en un mundo que debe ser más solidario y cooperativo.
En segundo lugar, expresaron sus dudas de que la repentina escalada de agitación social en Cuba produzca necesariamente resultados positivos, cuando lxs trabajadorxs y lxs pobres carecen de estructuras para autoorganizarse:
2.) No apoyamos las provocaciones tendentes a la explosión social. Ésta sería trágica en las circunstancias actuales de deterioro organizativo de las clases trabajadoras y los segmentos más precarizados de la sociedad.
Esta posición generó controversia—ver, por ejemplo, esta respuesta del anarquista cubano exiliado Gustavo Rodríguez, quien explora las razones por las que lxs anarquistas deberían apoyar una “explosión social” como la de los recientes levantamientos en Chile y Colombia.
Sin embargo, hace cuatro días, el Taller Libertario Alfredo López publicó un comunicado apoyando las protestas de la semana pasada en Cuba. Es significativo que, una organización que ha expresado su escepticismo sobre las “provocaciones tendentes a la explosión social”, haya rechazado el discurso que explica las protestas como resultado de la manipulación:
Sostener ahora argumentos geopolíticos sobre el lugar de Cuba en la estrategia imperial global, argumentar que las protestas antigubernamentales en Cuba son inevitablemente pagadas por la derecha cubana de Miami, esgrimir que los protestantes son simples delincuentes en busca de saqueos, que el verdadero pueblo revolucionario está con su gobierno — esos son todos argumentos que describen una parte significativa de la realidad, pero no la agotan en un punto. El pueblo de Cuba tiene tanto derecho y tanto deber a la protesta como el de Colombia y el de Chile. ¿Cuál es la diferencia? — ¿que son oligarquías con orígenes distintos?, ¿con prácticas más o menos brutales?, ¿con maquillajes ideológicos más o menos diferenciables?, ¿con posturas más o menos serviles con el gobierno de EE.UU.?, ¿con ideales más o menos sublimes para justificar sus privilegios?
El mensaje es simple, pero crucial. Lxs pobres de Cuba, como lxs pobres de cualquier lugar, tienen derecho a defenderse. ¿Quién podría saber mejor que ellxs mismxs cuándo es necesario actuar?
“Si protestas, un gobierno aún peor llegará al poder”. Este es un pretexto que cualquier gobierno puede emplear para justificar la represión de la oposición—y prácticamente todos los gobiernos lo han hecho. Si legitimamos esta excusa, nos ponemos del lado de un sector de la clase dominante en contra de gente de a pie como nosotrxs, negándoles la capacidad de discernir lo que es mejor para ellxs. Si rechazamos solidarizarnos con lxs explotadxs y oprimidxs, gravitarán inevitablemente hacia la derecha—como lo han hecho en el antiguo Bloque del Este. Abandonar a lxs manifestantes de base en lugares como Cuba es darle a la extrema derecha una oportunidad de oro para reclutarlxs.
Debemos entender lo que está sucediendo en Cuba en un contexto global. La gente no está protestando únicamente en una nación. La gente ha protestado en Francia, Hong Kong, Catalunya, el Líbano, en Ecuador, Chile, Estados Unidos, en Bielorrusia, Rusia, Túnez, Brasil, y Colombia. Innumerables personas en contextos geopolíticos radicalmente diferentes, bajo regímenes totalmente dispares, han estado adoptando tácticas parecidas para poner de manifiesto injusticias similares. Esto sugiere que, lo que está sucediendo aquí, es más profundo que los fracasos del gobierno cubano o las manipulaciones del gobierno de Estados Unidos.
Aunque las protestas en Cuba fueron desencadenadas por una evolución económica específica, podemos identificar algunos rasgos comunes en prácticamente todos los ejemplos antes mencionados. En primer lugar, en todas partes, vemos el aumento de las desigualdades en la riqueza y las medidas de austeridad —desde el capitalismo descarado de Estados Unidos hasta los países socialdemócratas del norte de Europa y países socialistas autoritarios como China y Nicaragua. En segundo lugar, al mismo tiempo que están haciendo recortes en programas y medidas de protección social, todos estos gobiernos están invirtiendo considerables recursos en intensificar la violencia y la vigilancia del estado. En consecuencia, prácticamente todos ellos se enfrentan a una crisis de legitimidad, ya sea bajo la apariencia de luchas por la independencia nacional, movimientos populistas, demandas de “más democracia”, o genuinos movimientos sociales horizontales.
Tanto las medidas de austeridad como la intensificación de la vigilancia tienen un impacto desproporcionado en la población más oprimida y empobrecida de cada país—desde las comunidades negras en Estados Unidos hasta lxs trabajadorxs temporales del sureste asiático en Oriente Medio—mientras estimulan a lxs reaccionarixs que temen perder sus privilegios. La pandemia del COVID-19 solo ha exacerbado esta situación, ampliando la brecha entre ricxs y pobres, gobernantes y gobernadxs.
Así que, lo que está sucediendo en Cuba no es único—y no es solo el resultado de la mala gestión o la intervención del gobierno.1 Cuando contemplamos las cosas desde esta perspectiva nuestra responsabilidad se hace patente.
No está en la mano de lxs anarquistas apuntalar regímenes autoritarios del siglo XX, ni es algo que debiéramos promover. Ligar nuestras esperanzas a las perspectivas en retroceso de un proyecto estatal, asociando nuestras aspiraciones de liberación con sus deficiencias, solo conseguirá desacreditarnos, de la misma manera que el colapso de la URSS desacreditó el socialismo en Rusia y los fracasos de Syriza en Grecia allanaron el camino al partido de extrema derecha Nueva Democracia. Tenemos que construir una nueva generación de movimientos basados en las luchas de base contemporáneas, para enfrentarnos a los problemas que plantea el capitalismo a escala global. Nuestra responsabilidad es con la gente de a pie de Cuba, no con quienes lxs gobiernan. Debemos ponernos en contacto con quienes están experimentando con métodos basados en los principios de autodefensa y autodeterminación, para actuar en solidaridad con ellxs—frente a los regímenes que prevalecen hoy y frente a cualquier régimen que pueda sucederlos mañana.
Con ese objetivo, te invitamos a leer la siguiente entrevista de anarquistas cubanxs, acerca de los acontecimientos de la semana pasada. También puedes leer el comunicado íntegro del Taller Libertario Alfredo López, “Comunicado Cuba: el fin del encantamiento social de la ‘Revolución’”, al final de la entrevista.
Entrevista: Dos Anarquistas
Entrevistamos a dos anarquistas cubanxs. Uno forma parte del Taller Libertario Alfredo López en La Habana. La otra participa en proyectos fuera de La Habana, en otros lugares de la isla; anarquistas de Estados Unidos se reunieron con ella y sus compañerxs a principios de 2019. Ambxs permanecen en el anonimato por su seguridad. En la transcripción de estas entrevistas se ha respetado el contenido de las respuestas originales, editando algunos fragmentos para aportarles mayor claridad.
¿Cómo te gustaría identificarte y cómo describirías vuestra posición en la sociedad cubana?
Anarquista de fuera de La Habana (en adelante, AOH): Soy una mujer trabajadora. Pertenezco a dos organizaciones, el Sindicato de Trabajadores y la Asociación de Jóvenes Creadores.
Anarquista del Taller Libertario Alfredo López (en adelante, ALLW): Soy anarquista y milito en el colectivo Taller Libertario Alfredo López. También soy estudiante de la Universidad de La Habana y participo en varios proyectos y activismos.
Como anarquistas, ¿Cómo te has involucrado en el reciente movimiento?
AOH: Lxs anarquistas aquí son pequeñas subculturas que están unidas. Todas se llevan bien y se ayudan unas a otras. Como anarquista se puede hacer mucho—lo que sea necesario para el bienestar de lxs ciudadanxs en general.
ALLW: Principalmente me he involucrado en la liberación de lxs estudiantes universitarixs detenidxs durante y después del 11 de julio. Conseguimos formar un grupo de varixs estudiantes y egresadxs que logró dirigir una carta de reclamación al Ministerio de Educación Superior y hacer presión para que lxs liberaran lo antes posible. El proceso no ha estado exento de acoso e intimidaciones, puesto que en Cuba la Reforma Universitaria acabó siendo secuestrada por el Estado, quien, junto al Partido, domina su administración y la organización estudiantil (la Federación de Estudiantes Universitarios). El pretexto del asedio que hemos sufrido es el mismo que han utilizado para demeritar las protestas: estamos confundidxs.
Aparte de mi rol en los círculos universitarios, también he hecho lo que he podido para apoyar los gestos de solidaridad que se vienen dando, desde antes de las protestas, para enfrentar la crisis de salud que azota al país. En estos días, es uno de los procesos autoorganizados más relevantes en Cuba, y nuestro colectivo coincide en que es importante participar en él. Conectar esto con otros movimientos actuales también será un paso importante para superar la solidaridad condicional que termina desapareciendo o siendo tragada por el estado.
¿Cómo empezaron las protestas?
AOH: Los hospitales están en mal estado; no hay ni suficientes medicamentos ni equipos para que lxs médicxs puedan hacer su trabajo y, lamentablemente, la gente está muriendo. Si puedes encontrar alimentos, tienen un precio demasiado elevado como para poder permitírselo. Se sabe que el bloqueo de Estados Unidos existe y eso significa que otros países no pueden comerciar con Cuba, y por eso sufrimos esta escasez. En estas condiciones es necesario aceptar cualquier ayuda humanitaria, por el bien del pueblo. Hubo un envío de ayuda que no fue aceptado. (Más información aquí).
Las protestas comenzaron debido a la falta de medicamentos y el colapso que sufren los hospitales que hay en Matanzas. A través de las redes sociales se empezó a apoyar a esta provincia. Otras provincias sufrían los mismos problemas, aunque no tan graves, sin embargo, en poco tiempo se verían en la misma situación. Lo que provocó el estallido de la población, no solo en las redes sociales, sino también en la calle, fue el hartazgo generalizado con esta y otras situaciones.
Cortaban la luz durante seis horas al día porque una planta termoeléctrica estaba teniendo problemas. El domingo 11 de julio, a través de redes sociales como Facebook, se pudo ver al pueblo salir a las calles de las provincias pidiendo al mundo ayuda humanitaria para resolver la situación en la isla.
La planta termoeléctrica fue reparada ese mismo día para que todxs lxs cubanxs pudieran tener electricidad en sus casas.
ALLW: El inicio de las protestas se produjo fuera de La Habana, en localidades muy azotadas por el desabastecimiento, las excesivas cuarentenas y los cortes de electricidad de hasta 12 horas. Eso, más el descontento social acumulado por la crisis existente, producto del recrudecimiento del bloqueo norteamericano y la mala gestión del Gobierno —cuyo pico fue el aumento de la inflación y el mercado negro debido al paquete de medidas implementado a principios de año—hicieron que, en un municipio como San Antonio, cientos de personas se lanzaran a las calles para expresar su inconformidad. Seguidamente, tras la repercusión que tuvo esta manifestación en las redes sociales, otras tantas protestas se registraron en territorios que sufrían problemas similares. Hacia las 4 de la tarde las manifestaciones adquirieron un carácter nacional.
¿Qué formas de organización y protesta has visto dentro y fuera de las calles?
ALLW: La protesta que tuvo lugar en San Antonio fue heterogénea. Tengo entendido que un grupo hizo una caravana que pasó por otros municipios y otro grupo se mantuvo en la localidad, coincidiendo en algún momento con el presidente cubano que se había acercado hasta allí. En el resto del país tuvieron un carácter similar y hasta las 4 de la tarde se tiene constancia de que todas fueron pacíficas. Fue después del comunicado de Díaz-Canel, en el que llamó a lxs “revolucionarixs” a enfrentarse a lxs manifestantes, cuando comenzó a tener lugar una fuerte represión contra las marchas pacíficas, así como duros enfrentamientos con la policía (poco antes, la Capital ya había sentido el golpe de la policía en los alrededores del Capitolio, sede de la Asamblea Nacional).
Más allá de eso no existió mucha organización. Todas las marchas fueron espontáneas, pero acabaron desorientadas y se dispersaron fácilmente. El corte de Internet también redujo su visibilidad, en contraste con el inmediato despliegue (des)informativo del Estado, que empezó a decir que las protestas habían acabado en muchos lugares. La comunicación sufrió un duro golpe en todo este proceso, puesto que únicamente llegaban las sesgadas noticias de los medios oficiales y muchas fake news propagadas, en su mayoría, por mensajería instantánea. Eso contribuyó significativamente a la reducción de las tensiones, sin embargo, el posterior regreso de Internet y la publicación de muchos testimonios que narraban la represión sufrida, no han permitido el pleno regreso a la normalidad. En estos momentos los mayores esfuerzos organizativos se centran en la lucha por la liberación de lxs detenidxs—que, según algunas listas, superan las 500 personas.
¿Cuál es tu análisis del movimiento de protesta? ¿Qué tendencias sociales y políticas están involucradas en él? ¿Cuánta población lo apoya?
AOH: En Cuba conviven varias generaciones, una es la generación de lxs que vivieron la época del capitalismo, sufrieron las consecuencias de la jefatura de Batista y ayudaron a hacer la Revolución para conseguir que la salud y la educación fueran gratuitas. Esas personas aprendieron a leer y escribir gracias a ello y es la parte de la población que apoya al gobierno.
Luego está la generación más joven, la de lxs que tienen internet y valoran “vivir dignamente”—no estamos hablando de lujos, solo del deseo de, teniendo un trabajo, poder acceder a una adecuada nutrición, porque en la mesa cubana es difícil desayunar con leche, almorzar con huevos y cenar un poco de carne o verduras. Esta generación está acostumbrada a salarios que apenas cubren sus gastos semanales. Recientemente hubo un aumento de los salarios, pero, debido a la escasez, el precio de los productos se ha disparado y es imposible hacer frente a las necesidades básicas. El único lugar donde se pueden conseguir víveres o productos de limpieza, electrodomésticos, etc., es en tiendas que solo aceptan tarjetas con dólares, tarjetas que tienen que ser enviadas desde otros países porque en Cuba no se venden.
ALLW: Sin duda las manifestaciones fueron un estallido social, propiciado por la crisis y las tensiones generadas por la precarización y el colapso del sistema sanitario. Sin embargo, no fue un estallido generalizado en todos los estratos sociales. Más allá de algunas zonas donde sí se involucró gran parte de la población, la mayoría de las protestas fueron protagonizadas por los sectores más pobres. En la crítica a lxs manifestantes y su violencia se halla también el sesgo clasista con que el Estado y sus defensores han abordado el asunto. En Cuba se sufre desde hace décadas un aumento de la desigualdad social, elemento con que el que también ha jugado el Estado para estrechar alianzas y comprar lealtades. En este caso, se ha visto un enfrentamiento entre los sectores más desfavorecidos y los privilegiados, conflicto que se ha visto reflejado incluso en el discurso de la izquierda más comprometida con el Poder. De esta manera, ignorando el fundamento clasista que estas tienen, se ha intentado hacer pasar las manifestaciones por actos de delincuencia, o se ha intentado hacer ver que estaban orquestadas desde Estados Unidos.
Por otra parte, sería difícil definir una tendencia política en las mismas (más allá de las también reproducidas consignas liberales). La gente salió para intentar acabar con su precaria situación—esa fue en realidad su esperanza, sin más brújula que la calle como espacio de amplificación de sus demandas.
Acerca del apoyo a estas, no me atrevería a ofrecer un porcentaje. Pero definitivamente, desde el 11 de julio, la gente no hace sino hablar de lo que sucedió…
¿Cuánta población apoya al gobierno contra las protestas? ¿Qué tendencias sociales y políticas están involucradas en el apoyo al estado?
ALLW: Ciertamente también hay un amplio sector que apoya al Gobierno. En ese sector se encuentran principalmente aquellxs que disfrutan de una situación más privilegiada gracias a su integración en el sistema. Esxs fueron lxs “revolucionarixs” convocadxs por Díaz Canel el 11 de julio.
También lo apoyan el viejo aparato ideológico del Partido—no necesariamente integrado en el Poder real oculto tras el Estado—encabezado por Arturo López-Callejas, militar y presidente de GAESA (Grupo de Administración Empresarial SA, el conglomerado empresarial cubano propiedad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias), los círculos de izquierda, que desde hace años intentan escalar posiciones en las esferas de poder ejerciendo una crítica tibia de la burocracia y feroz de la disidencia, y buena parte de la izquierda latinoamericana e internacional que se ha comprometido con el falso discurso anti-imperialista del Estado. Todo ello orquestado, por supuesto, por los medios oficiales —más visibles ahora por la falta de Internet—ha inclinado la balanza, quizás, un poco más hacia el bando estatal. Pero reitero que es difícil en este momento establecer una correlación de fuerzas. En realidad, dada la situación objetiva del país, más pronto que tarde podemos volver a ser testigos de otro estallido, y los próximos meses o semanas definirán mejor el carácter que este tendrá.
¿Cómo de serias te parecen las acusaciones de que las protestas están coordinadas por fuerzas asociadas al gobierno de Estados Unidos? ¿Quién crees que se beneficiará más de las protestas?
AOH: No creo que las protestas tengan relación con el gobierno de Estados Unidos. Ningunx de lxs que salieron a la calle fue pagado por ninguna institución, salieron a pedir ayuda. Muchxs no son delincuentes ni personas marginadas, son trabajadorxs y estudiantes.
No estoy de acuerdo con la actitud de la policía, porque tener una opinión diferente no puede justificar el maltrato ni las palizas, tiene que haber libertad de expresión y lo que no puede permitirse es una intervención militar: eso sería la guerra. Tampoco estoy de acuerdo con el presidente que hizo un llamamiento al combate, porque lo que no puede haber es una guerra civil.
[En el pasado], grupos de otros países han intentado derrocar al gobierno pagando a la gente en Cuba. Pero lo que está sucediendo en este momento no tiene nada que ver con ello. Fue un levantamiento en apoyo al bien común en este país.
ALLW: La injerencia norteamericana en la realidad nacional es ya antigua. Se conoce la importancia que le ha dado Estados Unidos a Cuba desde mucho antes del triunfo de la Revolución. En especial desde los 90, se ha desarrollado un plan de tipo subversivo que ya se ha puesto en práctica en otras partes del mundo. En los últimos años Cuba ha visto cómo se multiplicaban las acciones de este plan, pero han fracasado reiteradamente y han estimulado el debate nacional sobre el futuro político del país. Ahora bien, decir que esta política de Estados Unidos hacia Cuba determinó el estallido social es ignorar inmediatamente que las razones por las que salió la gente a la calle tienen que ver, sobre todo, con la pésima gestión de la crisis que ha hecho la burocracia y la desmedida precarización que han provocado con sus políticas. La gente ha visto también la enorme incoherencia existente entre lo que se dice en los medios oficiales y lo que sucede en la realidad, y ello ha contribuido al descrédito del Estado.
Para el pueblo, la política intervencionista de Estados Unidos no ha sido más que el ruido molesto de un mosquito en sus oídos, en comparación con el constante martillear de los despropósitos del Estado.
Por supuesto, como anarquistas, rechazamos tal política imperialista hacia nuestro país, pero no depositamos en esta la responsabilidad de la realidad nacional.
Muchxs describen estas protestas como las mayores movilizaciones antigubernamentales vistas en 30 años. ¿Estas protestas tienen las mismas dinámicas o son diferentes?
ALLW: Definitivamente este estallido ha sido histórico, y no conozco otro igual desde 1959. Nos encontramos en una situación de crisis como la de los 90, pero la diferencia la marca en primer lugar la falta de hegemonía, encarnada en una personalidad como la de Fidel Castro, y la merma de la capacidad solidaria de antaño, ya desgastada por los secuestros y asedios del Estado a múltiples iniciativas. En segundo lugar, el hecho de que la realidad nacional sea más visible gracias a Internet, lo que también ayudó a que la noticia de sucesivas protestas acabara con el miedo a manifestarse que tiene la sociedad cubana, Y en tercer lugar la constatación del desgaste del pacto social y el proyecto de la “Revolución”, sin precedentes hasta este momento.
¿Alguna idea final?
AOH: Para concluir … utilizaré una expresión para reír una vez más: lxs cubanxs somos como el delfín: “Hasta el cuello en el agua y siempre riendo”.
Una sonrisa que ha ido desapareciendo del rostro de los delfines en un mar que se ha tornado gris, sin el verde-azulado de la esperanza.
Una canción que escribí:
“MIEDO”
Desde que nací,
Estoy escuchando algo,
Algo que susurra y nadie hablando,
Shhh las paredes tienen oídos
Shhh las paredes tienen oídos,
Miedo en la escuela,
Miedo en la casa,
Miedo en la calle
Miedo en el aire,
Yo quiero gritar
Quiero respirar
Pero es imposible volver a soñar
Es un miedo que asfixia
Es un control social
Disturbio cerebral
Sshhh las paredes tienen oídos
Shhh las paredes tienen oídos
Oyeee no te calles
Oyeee no te calles
Yo quiero gritar….
…..
Cualquier grupo que quiera interpretar esta canción, puede hacerlo, y, cada vez que lo haga, que diga que es para Cuba.
Comunicado Cuba: el Fin del Encantamiento Social de la “Revolución”
El siguiente texto fue publicado hace cuatro días por el Taller Libertario Alfredo López.
El encantamiento social represivo que mantenía pacificado al museo de gran parte de la izquierda internacional se ha desvanecido. Debajo de la “Revolución Cubana”, y a contrapelo de su benigna imagen, ha brotado públicamente, en toda su crudeza y grandilocuencia represiva, el “Estado cubano”. El mismo Estado cubano creador — para enfrentar al imperialismo yanqui — de una policía política omnipresente que combate a la sociedad mantenida bajo su control. El mismo Estado cubano destructor — en nombre del socialismo — de todas las organizaciones populares y obreras que, con sus historias de lucha, hicieran realidad cotidiana las declaradas conquistas socialistas. Ese mismo Estado cubano que ha convertido la solidaridad en una marca de identidad internacional, sobre la base de mantenernos hundidos en la desconfianza y el miedo entre vecinos. El mismo Estado cubano que — en medio del recrudecido bloqueo yanqui — construye más hoteles para turistas extranjeros que infraestructuras para producir comida, frutas y leche. El mismo Estado cubano que ha producido las únicas vacunas en Latinoamérica contra la covid-19, pero mantiene a su personal de salud en una condición de asalariados de la policía política.
Ese Estado cubano en estos días de julio de 2021 ha mostrado lo que es: una oligarquía común y corriente, celosa de mantener a toda costa su poder absoluto; una cleptocracia vulgar con ínfulas humanistas e ilustradas; una pirámide de poder tan sólida y desproporcionada como las pirámides de las teocracias egipcias, pero rodeada de arenas de playas paradisíacas.
Sostener ahora argumentos geopolíticos sobre el lugar de Cuba en la estrategia imperial global, argumentar que las protestas antigubernamentales en Cuba son inevitablemente pagadas por la derecha cubana de Miami, esgrimir que los protestantes son simples delincuentes en busca de saqueos, que el verdadero pueblo revolucionario está con su gobierno — esos son todos argumentos que describen una parte significativa de la realidad, pero no la agotan en un punto. El pueblo de Cuba tiene tanto derecho y tanto deber a la protesta como el de Colombia y el de Chile. ¿Cuál es la diferencia? — ¿que son oligarquías con orígenes distintos?, ¿con prácticas más o menos brutales?, ¿con maquillajes ideológicos más o menos diferenciables?, ¿con posturas más o menos serviles con el gobierno de EE.UU.?, ¿con ideales más o menos sublimes para justificar sus privilegios? Todas esas inmensas diferencias entre las oligarquías colombianas, chilenas y cubanas se reducen a cero cuando en una bella mañana de domingo descubres que, además de las oligarquías mafiosas en Colombia y en Chile, la oligarquía cubana también — frente a un pueblo sin armas — está armada hasta los dientes, un poco más o un poco menos, para triturarte a ti y tus hermanos, a tu cuerpo y a tu mente, si solo se te ocurre cuestionar de palabra la normalidad que ellos gestionan.
Todo lo que el Estado cubano ha hecho por producir unas vacunas nacionales contra la covid-19, todas las subvenciones laborales, todo las mejoras salariales que ofreció a muchos sectores en medio de la pandemia, de golpe se evaporan, no solo por la espiral inflacionaria y el desabastecimiento alimentario endémico en Cuba, sino también porque se hizo visible que todo ello formaba parte del entramado macabro de la “tolerancia represiva”, algo que ahora puede descubrir cualquier persona decente en Cuba, sin tener que leer ningún brillante libro sobre contracultura. A quienes vengan ahora a edulcorar esa tolerancia represiva en este país y levantar sobre ella el espejismo de la concordia militarizada, podemos definirles serenamente como el nuevo rostro de lo que no debe tener cabida en nuestro futuro. Quienes en nombre de una futura democracia o del buen funcionamiento de la economía, vengan a desacreditar las afinidades y las fraternidades y las energías que brotaron en las protestas, o reduzcan a “simple vandalismo de la crápula social” lo ocurrido en estas jornadas, hablan en nombre y con el lenguaje de las decrépitas oligarquías que otra vez levantan sin vergüenza la voz en nuestro país.
Las “masas” otra vez se han convertido en “pueblo”, con todas sus luces y sombras, al dejar de obedecer las pesadas cadenas de mando, y volver a confiar en los afectos, las afinidades y las mínimas capacidades de hacer y pensar juntos, que han resurgido en la desobediencia y en la solidaridad entre iguales, en medio de la espiral de la violencia, la pandemia y el desabastecimiento. Esa es la nueva realidad que ha nacido en Cuba en estas jornadas de julio de 2021, y de esa nueva realidad, como anarquistas en Cuba, queremos sentirnos parte.
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Tanto el capitalismo neoliberal como las administraciones socialistas que responden a él nos hacen a todos cada vez más vulnerables frente a las vicisitudes de los mercados y las cadenas de suministro globales. En un país como Cuba, con una economía basada en la producción agrícola, la falta de alimentos asequibles es un absurdo producto del capitalismo, ayudado por un gobierno socialista que ha priorizado la integración en la economía global sobre la producción sostenible de alimentos. ↩